Abogados especialistas en concursos de acreedores

En Amagna contamos con abogados especialistas en concursos de acreedores y situaciones de insolvencia, preparados para proteger a tu empresa, a ti como administrador y al patrimonio personal que has construido. Te ayudamos en todas las fases: desde la preparación del concurso hasta su tramitación ante el juzgado mercantil, la negociación con acreedores y, si es necesario, la liquidación ordenada de la actividad.

Nuestro trabajo no es solo “presentar un concurso”. Nuestro trabajo es evitar males mayores: frenar ejecuciones, parar embargos, negociar quitas y esperas, ganar tiempo operativo y reducir el riesgo de que el administrador o socio acabe respondiendo personalmente con su propio dinero. En una situación límite, actuar tarde sale caro. Actuar bien puede salvar la empresa… o al menos salvarte a ti.

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¿Qué son y qué ventajas tienen los concursos de acreedores?

Un concurso de acreedores es un procedimiento legal pensado para empresas (y autónomos) que ya no pueden hacer frente a sus pagos con normalidad. Le da a la compañía una vía ordenada para reconducir su situación o cerrarla con protección jurídica, bajo supervisión judicial y con un administrador concursal nombrado por el juzgado. No es solo una herramienta de “final”; bien planteado, también puede ser una herramienta para ganar tiempo, respirar y reestructurar.

Las ventajas principales de solicitar un concurso a tiempo son muy claras: se detienen las ejecuciones y los embargos, se congelan o limitan los intereses de la deuda, se puede negociar un convenio con quitas y esperas con los acreedores, y se puede incluso vender la unidad productiva limpia de deudas para mantener la actividad bajo otra estructura. Además, tramitarlo correctamente reduce el riesgo de que el procedimiento acabe declarado “culpable” y que el administrador tenga que responder con su patrimonio personal.

EMPEZAR DE NUEVO, CON LA LIBERTAD QUE MERECES

Por qué confiar en nuestros abogados para concursos de acreedores

Análisis de la situación real

Revisamos el estado financiero de la empresa (tesorería, deudas, obligaciones inmediatas) y te decimos con claridad si es viable seguir operando o si lo más inteligente es una liquidación ordenada.

Prevención de responsabilidad

Te ayudamos a presentar el concurso a tiempo, para reducir el riesgo de que se califique como “culpable” y te exijan responder con tu patrimonio personal.

Negociación con acreedores

Gestionamos las comunicaciones con bancos, arrendadores, proveedores críticos y trabajadores para evitar escenarios de conflicto descontrolado y ganar margen de maniobra.

Gestión jurídica integral

Preparamos toda la documentación legal, contable y societaria necesaria para que el concurso avance con solidez durante todo el procedimiento ante el juzgado mercantil.

Ponte en contacto con nosotros
Estamos aquí para defender tus derechos

Si estás atravesando un conflicto, tienes dudas sobre tus derechos o simplemente necesitas orientación legal, estamos aquí para escucharte. Cuéntanos tu caso y te diremos cómo podemos ayudarte.

EL PRIMER DEBER DE UN ABOGADO ES PROVEER DE JUSTICIA A SU CLIENTE

¿Cómo puede ayudarte un abogado para concursos de acreedores?

Un abogado concursal no solo presenta papeles: sostiene la transición. En Amagna nos encargamos de preparar el concurso con rigor técnico (contabilidad cerrada y ordenada, actas, inventario de activos y pasivos, situación laboral), pero también te guiamos en las decisiones estratégicas previas: qué contratos se pueden resolver, qué plantilla debe mantenerse, qué gastos hay que cortar desde ya y qué operaciones pasadas pueden generar riesgo personal si no se justifican correctamente.

Además, diseñamos la vía más adecuada para tu caso: convenio (intento de salvar la actividad con quitas y esperas) o liquidación ordenada (cierre jurídico limpio, venta de activos y salida del tráfico mercantil con la menor exposición posible). Nuestro papel es estar contigo en cada fase del procedimiento, responder al administrador concursal, gestionar a los acreedores y evitar que la situación se descontrole.

EN ASUNTOS DE JUSTICIA, NO HAY DIFERENCIA ENTRE PROBLEMAS PEQUEÑOS Y GRANDES

Cuáles son las fases principales del concurso y qué hay que hacer durante su tramitación

1. Fase común
En esta primera fase se define jurídicamente la situación de la empresa. El administrador concursal analiza el negocio y emite un informe detallado con dos grandes piezas:

  • El activo: bienes, derechos, saldos bancarios, maquinaria, contratos, cartera de clientes, etc.

  • El pasivo: lista completa de acreedores, clasificados como privilegiados, ordinarios o subordinados.
    Durante esta fase es clave colaborar y documentar bien: balances al día, libros legalizados, detalle de operaciones relevantes de los últimos años, deudas con Hacienda/Seguridad Social, créditos entre socios, etc. Una mala entrega de información puede generar problemas más adelante.

2. Convenio o liquidación
Aquí el concurso toma dirección.

  • Convenio: si la empresa es viable, se negocia con los acreedores una propuesta con quitas (perdonar parte de la deuda) y esperas (más plazo para pagar). El objetivo es continuar la actividad, saneada.

  • Liquidación: si la actividad ya no es salvable, se procede a vender los activos y destinar el dinero obtenido a pagar a los acreedores según el orden legal. Aquí también puede plantearse la venta de la unidad productiva a un tercero, permitiendo que parte del negocio siga vivo sin arrastrar todas las deudas anteriores.

3. Calificación
En esta fase se analiza si el concurso debe considerarse fortuito (sin culpa) o culpable. Si se declara culpable, los administradores pueden llegar a asumir responsabilidad personal por las deudas. Por eso es tan importante presentar el concurso a tiempo, con contabilidad al día y sin movimientos sospechosos.

4. Archivo y cierre
Una vez finalizado el proceso (convenio aprobado o liquidación completada), el juez archiva el concurso y la sociedad puede quedar extinguida en el Registro Mercantil. Esto supone el cierre formal y definitivo de la empresa en el tráfico jurídico.

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Preguntas frecuentes sobre concursos de acreedores

¿Cuándo tengo la obligación legal de solicitar concurso?

Cuando la empresa es insolvente, es decir, cuando no puede cumplir regularmente con sus obligaciones de pago (proveedores, nóminas, alquiler, Hacienda, Seguridad Social…). No pedir el concurso a tiempo puede tener consecuencias graves: el procedimiento puede calificarse como “culpable” y el administrador podría acabar respondiendo con su propio patrimonio.

Ambas cosas son posibles. El concurso puede utilizarse para intentar reestructurar la empresa y continuar la actividad (mediante convenio con quitas y esperas), o puede utilizarse para una liquidación ordenada, protegiendo al administrador y evitando ejecuciones descontroladas. La clave es entrar a tiempo y con una estrategia clara.

El concurso permite frenar ejecuciones individuales y parar embargos aislados de acreedores que están presionando. También limita el devengo de intereses. Esto da margen para reorganizar la tesorería y negociar. Es una de las mayores ventajas prácticas del concurso frente a intentar aguantar “a pulmón” fuera del proceso.

  • Contabilidad actualizada y fiable.

  • Libros societarios y actas al día.

  • Relación de activos (bienes, contratos, cuentas bancarias).

  • Relación de deudas (proveedores, bancos, Hacienda, Seguridad Social…).

  • Información laboral: plantilla actual, posibles ERTES/ERES, indemnizaciones pendientes.

Sí. Es posible vender la unidad productiva a un tercero, lo que en la práctica puede permitir que la actividad continúe sin arrastrar todo el pasivo anterior. Esta vía puede proteger empleo, conservar clientes y mantener operativa la parte sana del negocio.

Sí. Si el concurso se declara “culpable”, el juez puede considerar que la administración de la empresa agravó la insolvencia o actuó tarde, y eso puede derivar en responsabilidad personal del administrador. Por eso es tan importante solicitar asesoramiento antes de que la situación sea insostenible. Presentar el concurso a tiempo no es solo una obligación legal: es una forma de protegerte.

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